Son aproximadamente las 2 am, voy llegando a
Seattle, el aeropuerto está desierto a excepción de aquellos que llegamos en
aquel tormentoso vuelo de Los Ángeles, habría sido complicado conseguir algún
transporte, afortunadamente ya tenía un shuttle contratado. Todo el camino fue
impactante, saliendo del estacionamiento tomamos una carretera estrecha en
medio del bosque donde lo único que podía ver eran pinos enmarcando el camino,
más adelante cruzamos un puente para dar paso a enormes terrenos industriales,
y "bodegas" de cajones barqueros y de tren, sentía una especie de
melancolía positiva, era como la soledad acompañada del escenario perfecto, el
frío, los árboles y el mar, en ese momento entendí de donde venía aquel
sentimiento que Ben Gibbard imprime en sus canciones, todo hacia sentido, esa
emoción sólo podía venir de una lugar así.
Seguimos avanzando hasta poder ver la ciudad,
las luces de algunos edificios, y la Seattle Great Wheel en el puerto, a
mi izquierda tenía el océano y a la derecha grandes construcciones, todo
parecía vacío pero de alguna forma se sentía la compañía de la nostalgia, pude
apreciar el espíritu de muchas canciones de Death Cab con el simple hecho de
ver ese escenario. Una vez que entramos a Belltown el panorama era
completamente diferente, gente fiesteando en las calles, y una hilera de bares
abiertos, sin embargo permanecía una sensación bohemia. Es un sitio de
contrastes y puede comprobarse cuando estas arriba del Space Needle, en una
sola vuelta puedes ver la ciudad, el lago con sus casas flotantes, la zona
industrial, los parques, las montañas, es difícil entender que todo esté un
mismo territorio.
Sus calles están llenas de historia, sólo de
imaginar cuantos músicos caminaron por ahí y como se formaron las escenas que
caracterizaron a la cuidad en diferentes épocas. Cuenta con vecindarios que
tienen su propia personalidad, mis favoritos fueron Capitol Hill, donde pude
ver lo mejor de la vida nocturna, mucha gente joven, sin estereotipos, lleno de
bares, antros y restaurantes, muchos artistas viven ahí y es el lugar donde
sucede todo. Pioner Squear es súper bonito y es inevitable notar que posee
mucha historia. El Watterfall Garden Park definitivamente es el mejor lugar
para sentarse a comer algo o tomar un café, preferentemente del Zeitgeist, una
cafetería amigable, donde se escucha muy buena música y los que te atienden
saben de lo que hablan. En Downtown Seattle puedes encontrar artistas
callejeros en muchas de las esquinas cercanas al Pike Place Market, me fascinó
la forma en la que se combina la arquitectura moderna con construcciones
clásicas y la inclinación de sus avenidas sin duda me recordaron las que rodean
Puerto Madero en Buenos Aires, incluso al recorrerlas me quede con la misma
impresión.
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Seattle destaca por varias cosas: el café, la
Space Needle, el Starbucks, el monorriel, el Pike Place Market, entre muchas
otras, pero hay algo que me parece aun más importante: La música.
Es casa de más de 40 disqueras
independientes, de las que sobresalen Barsuk y Subpop. Es el lugar que vio
nacer al Jimi Hendrix, al grunge y a sus bandas icónicas: Nirvana, Perl Jam,
Soundgarden y Alice in Chains. Tiene una de las estaciones de radio más
interesantes de los Estados Unidos: la KEXP y lo más relevante para mí: uno de
mis músicos favoritos, Ben Gibbard y sus múltiples proyectos.
Era de esperarse que un sitio así tuviera un
museo tan increíble cómo el EMP (antes Experience Music Project) el cual cambio
su nombre porque ha incorporado otros temas igual de interesantes, cómo la
ciencia ficción, el cine de terror y la cultura pop. Sin embargo la razón
principal por la que fue creado era acercar a todo el público la experiencia de
la música, tiene un laboratorio de improvisación y enseñanza musical, que es
totalmente divertido, aprendes cómo funcionan los instrumentos y puedes
comenzar a tocar y componer, aunque no sepas mucho al respecto. También
tiene estudios de grabación verdaderamente completos e impulsan diversos
concursos de bandas. Esa fue mi parte favorita, estaba como niña chiquita
corriendo de un lado a otro jugando con lo que encontraba a mi paso, también
amé la sala de la historia de la guitarra.
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Me tocó ver “Women Who Rock: Vision Passion
Power”, mostraba principalmente la vestimenta y artículos de mujeres que han
dejado huella en la música, lo que más me gustó fue la ropa de Siouxsie Sioux y
los tacones de Cindy Lauper. En “Nirvana: Taking Punk to de Masses” se muestra
mucha memorabilia del grupo y se cuenta la historia de una banda que (independientemente
de que sea de mi agrado o no) marcó un antes y después, llevando al mainstream
música que tenía tiempo en las sombras, incluso hay una especie de línea del
tiempo de los discos que fueron el cimiento para que esto sucediera, puedes
pasar todo un día escuchándolos y entendiendo porque se dio de esa manera. Fue
un momento bien especial porque justo cuando estaba leyendo la historia de
SubPop recibí el correo de Derek para que fuera a sus oficinas.
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“Hear My Train a Comin':
Hendrix Hits London” es una celebración de los 70 años del nacimiento de Jimi,
y cuenta cómo fue su aventura en la ciudad que le dio mayor éxito, exhiben sus
trajes, guitarras, y videos inéditos de algunas presentaciones, entrar a esta
sala es cómo un viaje en el tiempo. Del resto de las expos lo que más disfruté
fue ver algunos de los trajes utilizados en el Mago de Oz y en “Can’t Look
Away:The Lure of Horror Film” habían varios artículos interesantes y elementos
interactivos que me divirtieron un montón.
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Algo más que destaca a Seattle
son los innumerables venues para conciertos o tocadas con los que cuenta,
muchos de los cuales se volvieron legendarios por haber albergado a las
diferentes escenas que surgieron ahí. No podía quedarme sin conocer al menos
los dos que a mi parecer eran más importantes The Triple Door, donde
actualmente sucede la mayor parte de los conciertos “alternativos” y The
Crocodile, internacionalmente conocido por haber sido uno de los primeros
lugares en los que tocó Nirvana, pero que también ha sido cede de un sinfín de
bandas importantes. Para mí era significativo conocer el sitio que vio
crecer a Death Cab for Cutie.
Aunque abrió desde 1991
estuvo cerrado un tiempo y el de ahora es producto de una re apertura y re
modelación, sin embargo la vibra del sigue ahí, perfecto para tomar una
cerveza, quizá comer algo (que por cierto es muy rico) y conocer alguna banda
nueva. Tuve la oportunidad de ver a Horace Pickett, fue chistoso, porque
estaban sentados en la mesa de a lado mientras cenaba, no sabía quiénes eran,
pero me llamaron la atención, vestían de una forma divertida y parecía que la
estaban pasando muy bien, uno de ellos me saludó y todos convivían cómo si
nada, me recordó mucho aquellos tiempos del Alicia. Una vez en el escenario
entendí porque la extravagancia, era parte de un concepto (o al menos eso
quiero pensar) a mi me gustó, tenían la calidad suficiente para atraerme,
suenan sumamente 80’s pero lograban incorporar elementos de otros estilos y de
alguna forma me recordaron los inicios de Of Montreal.
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Sin duda Seattle es un lugar que lo tiene
todo y en el cual el espíritu de la música está presente en todos sus rincones,
si tienen oportunidad no dejen de visitarlo.