El martes iba regresando del trabajo totalmente fulminada
por el cansancio, lo único que quería era llegar a casa, cuando recibí un
mensaje que decía "¿te quedaste con ganas de ver a Oso Leone? Hoy tocarán
en el Pata Negra", que dilema! el lunes ya me había desvelado! Pero
recordé mi sentir en el instante que entramos a Bahidorá sólo para escucharlos
decir: "Gracias México" y caí de rodillas al piso con los brazos en
el aire gritando: "Nooooo!!!", por la desilusión de no haberlos
alcanzado. Así que respondí: "Voy para allá", la vida me estaba dando
una segunda oportunidad y esas cosas no se desperdician.
Fue la mejor decisión, verlos en un ambiente
tan íntimo me dejó fascinada. Me sorprendió el tramo de control del baterista,
manejaba las secuencias, de repente metía algunos sonidos con diferentes
instrumentos y combinaba perfectamente los efectos de su híbrido de batería
acústica-eléctrica. La voz del vocalista era totalmente hipnótica y mostró el
poder de una vasta pedalera muy bien utilizada. Y el bajista tocaba con una
calma que se expandía por todo el lugar.
En conjunto producían un sonido etéreo, era sumamente
cautivador, no quería que ese momento terminara, es difícil describir esa
sensación tan tranquilizadora.
No faltaron los estúpidos borrachos que no
paraban de hablar a unos centímetros del escenario o incluso el que molestaba
al baterista distrayéndolo de su labor… pero bueno… creo que no me quedará más
que acostumbrarme a esa mierda porque se está volviendo una constante en todos
los conciertos.
De cualquier forma valió la pena por
completo, terminaron de enamorarme, creo que no es una banda convencional y me
gustó la forma en la que me sumergieron en sus canciones.
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