La semana pasada
sólo quería ir al Beer Fest a escuchar a Eui Canseco, pero el destino me tenía
preparado algo completamente diferente y la vida (y otras cosas) me llevaron el
jueves al Bulldog, si, a mis casi 30 años volví a pisar ese lugar jajajaja.
Me reusé lo más que
pude porque tocaría Panda y honestamente no se me antojaba ni tantito, pero bueno,
tenía que ir a esperar a un amigo. Cuando entramos no podía creer la cantidad
de gente que estaba ahí, y cómo ya lo había notado en otra ocasión había puro
niño, lo que me recordó cuando ese lugar era uno de mis sitios recurrentes a
los 15 años y siempre teníamos que engañan a los de la entrada con
identificaciones prestadas o pedir a las bandas que intercedieran por mí, nunca
falló y mis primeras enfiestadas brutales sucedieron ahí.
Como cambian las
cosas, en ese momento habría agradecido las casi 3 horas de show que se
aventaron, porque si me gustaban bastante, pero esta vez lo único que quería
era que por favor terminaran para que nos pudiéramos ir, incluso hubo un
momento en el que me quedé dormida, creo que nunca me había pasado eso en un
concierto, pero de verdad ya no podía más, no sabía que me molestaba más de
todo el contexto y ni siquiera conocía las canciones que tocaron.
Cuando por fin
terminaron tuve que subir por mi amigo al famoso tercer piso y miles de
flashbacks llegaron a mi mente, justo ahí lo conocí, en ese momento fue mi
novio, alguna vez vi a Benny Ibarra tratando de entrar al camerino y me quedé
tan endiosada que no pude decirle nada, una noche alguien trato de aventarse
del balcón, muchas aventuras sucedieron en ese cuarto….
Recuerdo haber
visto muuuchas veces a Kinky, Zoé, Jumbo, Hummersqueal, Volovan, unas cuantas a
Austin, Niña, Café Tacuba, She’s a Tease, Quiero Club, Molotov, Zurdok,
Plastilina Mosh, Babasonicos, La Gusana Ciega, Liquits, Allison, Ely Guerra,
Fobia, Los Latigos, Tolidos, y muchos más que seguramente ya olvidé, incluso
una vez vi a The Whites Boy Alive.
Ahora todo es
diferente, estaba sobria, con tacones en lugar de converse, dormida en un
sillón esperando desesperada para poder irme, desaprobando con la mirada a
todos los “niños” que gritaban y enfiestaban sin control… quién lo diría, mi yo
del pasado habría pensado “que hace aquí esa señora”.
13 años no han
pasado en valde, tiempo de experiencias y montones de episodios que han quedado
en la memoria, todo tiene su espacio y aunque definitivamente no me quedan
ganas de volver a ese lugar, será un sitio del que podré contarles muchas anécdotas
a mis nietos.
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