Pues
si…. Aquí estamos de nuevo…. La música me trajo de vuelta, a hablar de la misma
banda que la primera vez que abrí esto, ya tenía mucho tiempo que no sentía
esta necesidad de escribir sobre mi experiencia en un concierto, pero lo que
sucedió antier fue tan sublime que no puedo quedármelo dentro.
Estaba
pasando por un momento emocional complicado, por lo que ni siquiera tenía
presente que el concierto de Sigur Ros se acercaba, hasta la semana pasada me
di cuenta que en mi euforia y sueños premonitorios mal interpretados había
comprado 4 boletos los cuales (para mí) ya tenían nombre, al final la vida
movió las cosas y ahora necesitaba cambiarlos, venderlos o algo,
afortunadamente todo se acomodó (como siempre) y me quedé con la oportunidad de
verlos 2 veces y compartir ese momento tan especial con las 2 personas que más
me aman en el mundo. La situación por la
que atravesaba era tan extraña que ni siquiera me dio tiempo de disfrutar esa
emoción anticipatoria que me da cuando se avecina un concierto importante para
mí, llegué hasta mi asiento sin
ninguna expectativa de por medio, consciente de que vería a una de mis bandas favoritas,
pero sin imaginarme lo que estaba por suceder.
La
música de Sigur Ros y sus shows en vivo son el ejemplo perfecto de ciertas
cosas de la vida… de cómo muchas veces para poder aspirar a la luz tienes que
haber experimentado la oscuridad en su plenitud, todo puede ser tan confuso y
templado al mismo tiempo, porque es parte de lo mismo, creo que hasta antenoche
no había vivido de esta manera esa sensación de unidad.
El segundo exacto en el que se
encendió la pantalla después de un momento de penumbra que anunciaba el inicio
del concierto fue como re encontrarme con el amor de mi vida, verlo
directamente a los ojos y observar como en una película absolutamente todos los
momentos de máxima felicidad que pasamos juntos, esa sensación de eternidad
indescriptible, esa verdad proveniente de la intuición que te dice que estas
completando algo más grande que ti mismo, el amor que trasciende la razón.
Ahora que en parte se cuál es el papel que la música juega en mi destino puedo
estar segura de que no podía ser de ninguna otra manera (You cannot mess with
the light), estaba ahí para observar ciclos que se terminan y reinician
incesablemente.
Por cuestiones de trabajo (y
algunas personales) últimamente he estado muy involucrada en comprender y
experimentar las frecuencias de nuestras ondas cerebrales dependiendo de
distintos estados de consciencia y lo que pasó antier estuvo muy cabrón! Creo
que varios de los asistentes estuvimos a nada de alcanzar deltas, fue algo más
allá del llanto desmedido y la felicidad interna que
siempre me provoca el verlos en vivo. Mientras
estaba ahí totalmente poseída por lo que estaba percibiendo pensaba en que si
tuviera que elegir un concierto de limbo personal podría haberme quedarme justo
en ese momento indefinidamente. Era emocionante sentir ese vibrar tan profundo
de mi pecho, notar como se expandía y se fundía en el universo.
Definitivamente verlos
en las condiciones del Auditorio fue lo mejor, permitió una plena contemplación
de su música y escenario, podía apreciar mis células sanando… radiando. Fue
increíble!
La segunda fecha fue un
poco menos impactante, a pesar de que teníamos lugares más privilegiados, los
asistentes eran diferentes, menos interesados, más platicadores y molestos, sin
embargo, pude observar detalles que no había visto la noche anterior, poner más
atención a su ejecución y a la belleza de sus melodías.
No puedo más que decir GRACIAS
a la vida, a la música, a Sigur Ros y a todo!
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