En lo que va de este año había estado fuera de circulación.
Pase por un intenso proceso que me desconectó de absolutamente todo, incluso de
la música, simplemente no podía escucharla.
A mediados de febrero, cuando todo comenzó, por varios días
sólo escuché el mantra de Tara Verde una y otra vez, después comencé con Sigur
Ros y el “Onironauta” de Chio San, pero para marzo y la mitad de abril permanecí en un
silencio absoluto.
Para la segunda quincena de abril decidí despertar, ponerme
en marcha y declararle la guerra a lo que me estaba sucediendo, para ello tuve
el “Hymn to the Inmortal Wind” de Mono y el “Hardcore Will Never Die, But You Will”
de Mogwai, los cuales se repitieron consecutivamente por más de 40 días.
La situación que estaba atravesando requería que pasara
prácticamente todos los días entre 4 y 8
horas sentada en un reposet, eran momentos sumamente deprimentes y para
acompañarlos estaba Elliot Smith y Efterklang. También hubo una canción de reggaeton
que por alguna extraña razón siempre se sintonizaba en mis traslados, sin
importar el medio en transporte, la oía al menos 4 veces a la semana, parecía
estar musicalizando mi camino al infierno.
Fueron 4 meses en los que no escuché nada más que eso.
Poco a poco me fui abriendo a otras cosas y cuando la
situación comenzó a mejorar me di cuenta de lo que me había perdido en este
tiempo, lo que más lamenté fue no haber podido ir al concierto de Stars, que
tanto había estado esperando, y cómo dicen mis amigos: #MientrasDormía me perdí
de muchas cosas, incluyendo los shows Damien Rice, Magic Numbers, The Kooks,
Cumbre Tajin y Bahidorá, a los que me habría encantado ir.
Mis amigos me han ido compartiendo las cosas que me pasaron
de largo, ahora tengo un cuaderno lleno de discos, libros, película, series,
exposiciones y nuevos proyectos que se estrenaron en este primer semestre, con
los cuales debo ponerme al corriente.
En mayo por fin pude escuchar el primer disco de Trails and
Ways: “Pathology” en el streaming de Hype Machine, después de tanto que lo
había esperado, lo amé y no puedo esperar por verlos tocar de nuevo. De
inmediato me puse al corriente con el “Kintsugi” de Death Cab for Cutie y
“Sound & Color” de Alabama Shakes, los cuales me gustaron bastante, aunque
me cuesta trabajo ser objetiva con los trabajos de DCFC, sé que no es el mejor,
pero no por eso deja de gustarme.
Sin duda hasta ahora mi disco favorito del año es el
“Payola” de Desaparecidos, poder escuchar de ellos después de tantos años fue
un deleite para mi, ese lado oscuro de Conor Oberst tiene el poder de ponerme
increíblemente feliz.
En cuanto a los pocos videos que he podido ver “Lilly” de
Toro y Moi, “Ong Ong” de Blur y el “Stonemilker” de Bjork me fascinaron, igual que la nueva canción de Beck
“Dreams” que definitivamente es mi canción del verano.
En esos días también pude escuchar las probadas de lo nuevo
de Robert Delong y Astro, aún no he podido repasar sus placas completas pero
pronto me daré el tiempo para ello, de cualquier forma no puedo esperar por
verlos tocar en el Hellow Festival, ya que el típico sonido de “Druidas” y el espíritu
ochentero de “Don’t Wait Up” me volaron la cabeza.
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