He
estado escuchando todos los podcasts de Matt Pryor, “Something to Write Home
About” y me encontré con uno en el que entrevista a Modern Baseball después de haberse conocido
en Chicago en el Riot Fest del 2014 y me trajeron muchísimos recuerdos, lo cual
me hizo notar que en su momento no había tenido el tiempo para escribir al
respecto, a pesar de que ahora que lo veo hacia atrás ha sido uno de mis
festivales favoritos (Después de Bumbeshoot obviamente).
Es
muy chistoso porque fue de esas veces que nada sale cómo tú esperas pero
honestamente hubo más sorpresas agradables que desagradables. Para empezar:
Chicago, ohhhhh Chicago my love!
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Desde
que iniciamos a planear el viaje no encontraba prácticamente nada que me
llamara la atención de la ciudad, tenía sus highlights, cómo ser la meca del
jazz y del blues, o los sitios emblemáticos como el Cloud Gate del Millennium
Park o el Skydeck, pero no había nada que me matara de ganas por conocer y que
graaan sorpresa! Desde el momento que baje del metro la vibra era totalmente
especial, parecía que la ciudad me estaba recibiendo con un espectacular de
Death from Above justo frente a mí, la colonia en la que nos quedamos era genial,
la sentí incluso más trendy que San Francisco y el downtown era como Nueva York
pero menos poblado, limpio, más tranquilo, incluso más bonito, no se… me
encantó, se ha convertido en una de mis ciudades favoritas en Estados Unidos,
tuve la oportunidad de hacer un recorrido en bicicleta por toda la costa
noreste y que sensación tan impactante, completamente relajante, introspectivo,
hermoso… lo amé. Y los museos, el frijol, todo fue espectacular.
La
comida es DE LI CIO SA , la pizzaaaaaaa…. yo no entendía porque uno de los
chicos con los que fui estaba obsesionado con Giordano’s incluso antes que
fuéramos, los seguía en Facebook y nos hablaba de la historia del lugar, pero
cuando probamos la pizza todo tuvo sentido, una de las cosas más deliciosas que
he probado en toda mi vida, era como la madre de toda la comida chatarra que
tanto me encanta. En el festival encontramos otras locuras como los fried
twinkies, y el pescado que comí en el Andy’s Jazz Club… Dios mio! Aparte de que
fue un momento súper especial por estar ahí, con la música, la luz baja y la
deliciosa comida, de esas experiencias que se guardan en la mente para siempre.
Vivimos
muchas aventuras, las que más recuerdo fue “El Milagro de la calle Wabansia” en
la cual una persona hizo todo lo posible por localizarnos para devolver una
cartera llena de dinero que uno de nosotros había olvidado en la calle, era
inconcebible, pero sucedió! O nosotros subiéndonos a un auto de dudosa
procedencia en la mitad de la noche con el que parecía ser Ranjit de HIMYM,
despertar por el sonido del golpe de mi amiga cayendo de una de las literas, ir
al Exit Bar y que pusieran canciones de los Get Up Kids… y la que ahora me
resulta más interesante fue casi perderme el concierto de mi banda favorita por
estar en una ciudad desconocida a altas horas: fue como una película de terror,
salir corriendo del festival en medio de la lluvia, en plena presentación de Slayer,
cuidando no resbalarme como todas las personas que veía azotar a mi paso, era
imposible conseguir transporte y cuando por fin pude subirme al autobús me bajé
en la parada equivocada para quedar varada en medio de la nada con sólo 10
minutos para llegar al show, no pasaban taxis, autobuses, nada, lo único que
pude hacer fue acercarme a una estación metro completamente desolada en la que
informaban que el siguiente tren tardaría 40 minutos, no me quedó más que
sentarme ahí sola y empapada, en medio de la nada y llamarle a mi novio para
lloriquearle sobre la situación, aplicando la “Long Distance Call” como diría
Phoenix, afortunadamente logré llegar con el tiempo suficiente para ver la
presentación de Modern Baseball y hasta platicar unos minutos con Matt Pryor y
James Dewees de The Get Up Kids.
Ese
concierto fue una cosa maravillosaaaaa, no sólo tocaron el “Something to Write
Home About” completito, sino también los éxitos del resto de sus discos, yo
estaba en primera fila a tan sólo unos centímetros de Jim Suptic, mi emoción
fue compartida por un grupo de brasileños que también habían hecho el viaje
para disfrutar ese momento, esos minutos cantando a gritos nuestras canciones
favoritas y sin saber si brincar, llorar o gritar más fuerte. En definitiva, esa
noche ha sido una de las más memorables en mi historia de conciertos, a pesar
de mi aversión a las bandas que no envejecen agraciadamente.
Sobre
el Riot Fest que puedo decir, el que lo llamen “Carnaval” no puede ser más
correcto, hay juegos mecánicos (a los cuales por desidia terminamos sin
subirnos) una casa de terror, zombies caminando por ahí, mucha comida chatarra,
lucha libre y cada personaje…
Una
de las cosas que mejor le cayó a nuestro claro espíritu mexa fue que no había
una revisión real para ingresar al lugar, por lo que meter alcohol o comida era
sumamente sencillo, desafortunadamente lo averiguamos hasta el segundo día.
Aunque
en su momento todo parecía estar apestando ahora lo recuerdo con mucho cariño,
en algún momento comentamos que Riot Fest era una especie de Iron Man de los
festivales, porque duró 3 días, llovió prácticamente todo el tiempo y cuando no
estaba lloviendo tenías que caminar con mucho cuidado para no caerte en el
lodo, la gente se quedaba atrapada como en arena movediza, perdías tus zapatos
al avanzar y los caminos para llegar de un escenario a otro no eran nada
amigables, por eso el Corona de ese mismo año fue un juego de niños para
nosotros. Era muy sorprendente ver que la gente todo el tiempo estaba
tranquila, los momentos en los que yo esperaba que el mush pit estallara nunca
sucedieron era como si vieran a esas bandas todos los días.
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Los que me
conocen saben que mi memoria es nefasta, por lo que a estas alturas solo
recuerdo haber visto a The Get Up Kids, Wu Tang-Clan, Metric, The Flaming Lips,
Descendents, Taking Back Sunday, The National, Antiflag, The Orwels, The Cure,
Weezer, Tegan and Sara, Superchunk, Motion City Soundtrack, Social Distortion, Bouncing
Souls, Kurt Vile & The Violators, Jane’s Addiction, The Offspring, NOFX,
Senses Fail, Tokio Police Club, The Buzzcoks, Television, City and Colour, Die
Antwoord, Me First and the Gimme Gimmes, Wavves (a lo lejos), Modern Baseball,
I am the Avalanche, Mineral y Patti Smith. Seguramente se me está pasando alguno pero fue algo así.
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De
todos ellos lo que más recuerdo es que la cantidad de personas en Weezer era
tal que nunca pude llegar al escenario, tuve que escucharlos a lo lejos en
medio de una multitud, que casi muero de felicidad escuchando a los Get Up
Kids, que me encantó Modern Baseball, a pesar de lo simple de sus canciones,
Senses Fail ya no es lo mismo que antes, Die Antwood te hace bailar aunque no
te guste, Tokio Police Club y Wavves son súper bonitos, los NOFX y Antiflag ya
están muy viejos pero aun así amé poder verlos en vivo, The Offspring fue el
momento más emotivo de todo el festival, estuvo padre escuchar los hitazos de
The Cure porque nunca los había visto, Metric puede ser muy aburrido, amo el
show de los Flaming Lips aunque siempre sea el mismo y todos los que tocaron en
el escenario a lado de la ballena sonaban muy mal si te situabas a la derecha
jejejeje. En general fue un gran festival porque pude apreciar muchas bandas
que no es tan fácil de toparse y todas tuvieron lo suyo.
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Este
año estaba más que decidida de regresar porque tocó No Doubt, The Ataris y
Alkaline Trio, que ya con eso yo era más que feliz, desafortunadamente tenía
poco de haber salido del hospital y mi estado de salud no era el óptimo, pero
confiando en las segundas oportunidades, estoy casi segura que en cuanto
nuestra Gwen se recupere del horrible momento por el que está pasando volverán
a tocar y seguramente visitaran nuestro país, deditos cruzados para que suceda,
igual que los TGUK que ya están planeando gira latinoamericana, seguramente
este 2016 estará lleno de buenas noticias incluyendo que Lola o Riot tengan
carteles increíblemente buenos e imperdibles, habrá que esperar a ver que pasa…