jueves, 22 de mayo de 2014

MonoMono

Siempre que me preguntan qué tal es Mono en vivo respondo "pues está bien" y no es por demeritarlos, simplemente es algo que se siente en el momento, no me provocan el mismo trance emocional que otras bandas del estilo, al contrario, me mantienen en un estado de tranquilidad y paz, nuevamente esa sensación de vaivén del agua.

En esta ocasión me sentí como gato fascinado con las luces, observando cómo cambiaban, iluminaban y acompañaban perfectamente la música consiguiendo que me sumergiera por completo en ese instante. Es la magia de una presentación en directo, son todos esos elementos que hacen que cada vez sea especial y no se pueden vivir de otra manera.

Los personajes que esta vez destacaron en mi experiencia fueron una chica frente a mí que se estremecía como sí escuchara su banda favorita de metal, sin importar lo que en ese momento estuvieran tocando; y un chico que "parecía" muy fan porque acompañaba las notas del concierto con su mano en el aire cual director de orquesta (aunque sabemos que no lo hacía de manera correcta) como sea ambos disfrutaban muy a su manera lo que estaba sucediendo.

Es un gusto compartir la música con gente que la disfruta y la valora, creo que a pesar de todo, si tuviera oportunidad de volver a ver a Mono lo haría de nuevo.


Dolor de caballo

En el avión, mientras regresaba de Coachella pensé “estoy destruida, creo que tendré que dejar de salir un buen rato”, pero mis intenciones no duraron más de un día, ya que recién volví, recordé tenía boletos para Matt and Kim, y si que quería verlos.

El miércoles que traté de imprimirlos ya me los habían cancelado, tenía varios años que no me pasaba algo así, mi cansancio era tal estaba a punto de dejarlo pasar y darlo por perdido, había quedado en verme un par de horas antes con mi amiga, y después de un Irish Carbomb la decisión estaba tomada, compraríamos de nuevo las entradas e iríamos al concierto, buena elección.

Alcanzamos a ver un pedazo de Beat Buffet, y a pesar de lo entretenidos que me parecen, ya no fue lo mismo después de nuestro último y desastroso encuentro.

Cómo me lo esperaba había muy poca gente, aunque yo creía que habrían más adolescentes.

Desde que salieron al escenario supe que sería una noche llena de baile y felicidad, todavía mejor que su presentación en el Corona porque esta vez habría muchos fans que de verdad aprecian su acto. Y así fue: todos bailamos, agitamos nuestras manos al aire, gritamos y nos divertimos como en fiesta infantil, y no estaba de más, habían globos, papeles de colores, canciones festivas y un dueto que no se desconectaba ni un segundo de su público, incluso señalaban y decían “te estoy viendo”.

Ya se ha hablado mucho sobre lo difícil que es explicar un show de Mat and Kim porque es una locura total, en ningún momento dejan de moverse, sacuden sus cuerpos sin control, corren por todos lados y parece que les cuesta trabajo mantenerse sentados porque a pesar de tener bancos brincan de ellos una y otra vez. En un momento mi amiga comentó: “estos seguro se metieron algo” y parece que sí, es justo ese desborde de energía el que los caracteriza. Hubo el clásico meneo de culo de Kim sobre los asistentes y las canciones que todos esperábamos corear mientras bailoteábamos espantosamente, hasta que literalmente nos diera dolor de caballo (al menos a mi me pasó y vi a un par más que se quejaban de lo mismo).

El momento cumbre no tuvo nada que ver con ellos, se lo llevó un niñito de unos 10 años que todo el tiempo estuvo en los hombros de alguien cantando cada una de las canciones del set, yo estaba impactadísima de lo mucho que lo disfrutaba, y al parecer Kim también lo notó, porque al terminar de tocar y volverse al público para repartir el montón de baquetas que había utilizado (ya que le da tan fuerte a la batería, que todo el tiempo se rompían o salían volando), trató de atinarle en repetidas ocasiones al pequeñín, pero al no tener éxito, le pidió a un miembro de su staff que hiciera entrega mientras ella corría tras bambalinas, lo cual se convirtió en toda una hazaña para ambos, ya que por más que se estiraban había un montón de manos entrometiéndose y tratando de robar tan preciado souvenir, como zombies, pero cuando por fin lo lograron, el niño fue tan feliz que alzó la baqueta al aire cómo si estuviera levantando un trofeo, mientras todos aplaudíamos y gritábamos de emoción. Fue un instante tan especial que casi nos roba unas lagrimas.

A pesar de que ya sabía exactamente cómo iba a ser su presentación (ya que no varían mucho), disfrute cada segundo, no cabe duda que ese supuesto matrimonio sabe muy bien cómo armar una fiesta.


Noche completamente salvaje

Ya había escrito sobre esto y no sé dónde quedó, lo peor es que no recuerdo mucho… o no quiero recordar.

El aniversario de Ibero prometía intensidad y perdición y para mí así fue, la noche fue una locura, iniciamos con una llegada un tanto abrupta que esperamos se aligerara con unos cuantos tragos... Mala idea.

Esa vez las Savages no me emocionaron tanto como en nuestros encuentros anteriores. Al inicio algo estaba raro ¿Qué era? Sonaban impecablemente bien! y por alguna razón eso era lo que no me convencía, no es lo mismo sin la suciedad que las caracteriza, es extraño, nunca pensé que el buen trabajo de un ingeniero llegara a ser un punto negativo para un show, pero tal parece que esa fue la excepción. Mientras pasaba el tiempo  se fue componiendo y de la mano de mis canciones favoritas lograron generar algo de euforia.

Fue una pena que pocas personas estaban ahí por la banda, creo que muchos lo tomaron más como la oportunidad de asistir a una fiesta “gratis”, más que por ver a una gran banda en vivo.

Me di cuenta que gran parte del talento de la agrupación recae en Ayse porque es la única ejecución que encuentro realmente sobresaliente, tiene el poder, independientemente del encanto de Beth, que en esa ocasión no me resulto tan cautivador, sin embargo hubo un momento en el que movía las caderas de una manera hipnótica.

Justo cuando le decía a mi amigo que me daba la impresión que no pasarían de ser una banda del momento y ya no harían gran cosa, me callaron la boca con una canción nueva que tenía toda la fuerza de sus primeros éxitos.

Supuestamente nos iríamos al terminar su presentación, pero después de unas deliciosas nieves de mezcal, mejor nos quedamos a la celebración, en algún momento de la noche bailamos cumbias y cantamos “Bohemian Rapsody” a toda garganta con GorDJ.

Los Beat Buffete siguen siendo divertidos, ahora con un set en el que predominan sus propias canciones, y tratan de generar euforia en los asistentes, con letras graciosas que hacen la pases bien.

La noche definitivamente no terminó cómo yo hubiera querido, pasó algo totalmente desastroso, pero ni hablar, uno debe afrontar las consecuencias de sus actos y aprender de ello, así que ahora para adelante.

Espero volver a toparme con Savages en el futuro para poder desechar mi teoría y vuelvan a ganar mi corazón.