sábado, 10 de agosto de 2013

Contrastes

Esta semana fui a 2 conciertos totalmente contrarios en todos los sentidos, la música, la gente, el ambiente, la compañía….
Alt-J e Illya Kuryaki & The Valderramas
En ambos la pasé bastante bien de diferentes maneras. No tenía mucho que había visto a Alt-J en vivo, y debo de admitir que aquella primera vez me gustó más, había quedado encantada con su ejecución y lo bien que me hicieron sentir en ese momento.
Esta ocasión también tocaron bien y debido a su falta de canciones tenía asegurado que sonaran todas mis favoritas, pero la sensación fue diferente, era como si todo pasara en cámara lenta, incluso sus movimientos los veía con una especie de filtro “alentador”. 
Mis rodillas fueron las que sintieron todo, no podía dejar de bailar con pequeñas sentadillas, con todo y que hace poco había tenido un accidente que las había dejado bastante dañadas, al final fue hasta terapéutico. 
Disfruté bastante las canciones que parecían encajar perfectamente con mi estado de ánimo. Fue extraño ver que muchos de los asistentes eran muy pequeños, entre 14 y 18 años, incluyendo a una chica que parecía estar en este rango de edad y compartía un porro con sus amigos dándoles a cada uno en la boca, fue una escena un tanto bizarra. No sé porque de primera instancia no pensaba que ese sería el publico de la banda y aunque estaba un tanto renuente al principio, al final de la noche cuando mis acompañantes terminaron calificándome como “hispter” llegué a 2 conclusiones: en primer lugar, que bueno que la gente joven se interese por otro tipo de música que la que le gustaría a mis contemporáneos a esa edad. Y segundo,  que no debería molestarme que me llamen de esa manera, si ahora existe una “categoría” que incluye muchas de las cosas que me han gustado de hace años y la forma en la que he sido desde hace mucho, aunque sinceramente no sé bien a que se refieren y no me gusten los estereotipos, no importa, supongo que sólo cambia el nombre de “rara” a “hipster”, ni hablar.

El jueves con Illya Kuryaki fue un escenario completamente diferente, repleto de gente que salía del trabajo y muchos fans del hip hop, me gustaba observar a la gente, en muchos casos admiraba sus estilos. El año pasado los había visto en su reunión en el Plaza Condesa y parecía otra cosa, aquella vez me atrevo a afirmar que el 80% de los asistentes eran argentinos emocionados por el regreso de sus compatriotas. Dejando de lado esa parte, mi primer pensamiento fue “que difícil debe ser elegir el setlist de sus conciertos” siendo un grupo que incluye en su repertorio una diversidad tan amplia de ritmos y estilos ¿como saben que tiempo dedicaran a cada uno? Hubo de todo, periodos de baile desenfrenado, otros que te hacían agitar la cabeza y aplicar la manita “hip hopera”, otros en los que hice un gran esfuerzo para no soltar la lagrima y los momentos clásicos de funk que los caracteriza, acompañados por músicos que encajaban perfectamente en ese estilo.
Tardaron un poquito en explotar, pero cuando llegó Jugo lograron sacar lo mejor de la gente, tocaron gran parte de su “Chances” y debo aceptar que no me molestó en lo más mínimo, es un disco simplemente digerible y divertido, mucho menos sucio de lo que solían hacer, más inspirado por el pop de Emmanuel Horvilleur.
Fue un show lleno de valles y montañas que mezclaban el pasado, el presente y el futuro. Canciones como Tregua me recordaron la vez que vi a los Beastie Boys y lo increíble que la pase aquella ocasión, otras como “Celebración” y su “Es tiempo para celebrar, de ahora en más nada es igual, no tengas miedo de soltar que la vida nos dio esta chance” me hacía voltear a las cosas buenas que se vienen, mientras disfrutaba del momento actual con mi amiga y de esa emoción de saber que en cualquier momento me encontraría con esa “personita especial” que está robando mis suspiros. Incluso cuando llegó uno de los momentos que más esperaba: “Adelante” resultó una canción bastante feliz cuando pensaba que sería todo lo contrario.


Ambos días fueron muy interesantes y divertidos, definitivamente no podría vivir sin eso.

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