miércoles, 5 de abril de 2017

Takk

Pues si…. Aquí estamos de nuevo…. La música me trajo de vuelta, a hablar de la misma banda que la primera vez que abrí esto, ya tenía mucho tiempo que no sentía esta necesidad de escribir sobre mi experiencia en un concierto, pero lo que sucedió antier fue tan sublime que no puedo quedármelo dentro.

Estaba pasando por un momento emocional complicado, por lo que ni siquiera tenía presente que el concierto de Sigur Ros se acercaba, hasta la semana pasada me di cuenta que en mi euforia y sueños premonitorios mal interpretados había comprado 4 boletos los cuales (para mí) ya tenían nombre, al final la vida movió las cosas y ahora necesitaba cambiarlos, venderlos o algo, afortunadamente todo se acomodó (como siempre) y me quedé con la oportunidad de verlos 2 veces y compartir ese momento tan especial con las 2 personas que más me aman en el mundo. La situación por la que atravesaba era tan extraña que ni siquiera me dio tiempo de disfrutar esa emoción anticipatoria que me da cuando se avecina un concierto importante para mí, llegué hasta mi asiento sin ninguna expectativa de por medio, consciente de que vería a una de mis bandas favoritas, pero sin imaginarme lo que estaba por suceder.

La música de Sigur Ros y sus shows en vivo son el ejemplo perfecto de ciertas cosas de la vida… de cómo muchas veces para poder aspirar a la luz tienes que haber experimentado la oscuridad en su plenitud, todo puede ser tan confuso y templado al mismo tiempo, porque es parte de lo mismo, creo que hasta antenoche no había vivido de esta manera esa sensación de unidad.

El segundo exacto en el que se encendió la pantalla después de un momento de penumbra que anunciaba el inicio del concierto fue como re encontrarme con el amor de mi vida, verlo directamente a los ojos y observar como en una película absolutamente todos los momentos de máxima felicidad que pasamos juntos, esa sensación de eternidad indescriptible, esa verdad proveniente de la intuición que te dice que estas completando algo más grande que ti mismo, el amor que trasciende la razón. Ahora que en parte se cuál es el papel que la música juega en mi destino puedo estar segura de que no podía ser de ninguna otra manera (You cannot mess with the light), estaba ahí para observar ciclos que se terminan y reinician incesablemente.

Por cuestiones de trabajo (y algunas personales) últimamente he estado muy involucrada en comprender y experimentar las frecuencias de nuestras ondas cerebrales dependiendo de distintos estados de consciencia y lo que pasó antier estuvo muy cabrón! Creo que varios de los asistentes estuvimos a nada de alcanzar deltas, fue algo más allá del llanto desmedido y la felicidad interna que siempre me provoca el verlos en vivo. Mientras estaba ahí totalmente poseída por lo que estaba percibiendo pensaba en que si tuviera que elegir un concierto de limbo personal podría haberme quedarme justo en ese momento indefinidamente. Era emocionante sentir ese vibrar tan profundo de mi pecho, notar como se expandía y se fundía en el universo.

Definitivamente verlos en las condiciones del Auditorio fue lo mejor, permitió una plena contemplación de su música y escenario, podía apreciar mis células sanando… radiando. Fue increíble!

La segunda fecha fue un poco menos impactante, a pesar de que teníamos lugares más privilegiados, los asistentes eran diferentes, menos interesados, más platicadores y molestos, sin embargo, pude observar detalles que no había visto la noche anterior, poner más atención a su ejecución y a la belleza de sus melodías.

No puedo más que decir GRACIAS a la vida, a la música, a Sigur Ros y a todo!


No hay comentarios:

Publicar un comentario