viernes, 28 de marzo de 2014

But at least I author my own disaster

Recuerdo perfectamente cómo Of Montreal llegó a mi vida: si algo valoro en este mundo es cuando alguien me presenta música que se convierte en mi favorita, y éste es uno de esos casos. Acababa de entrar a la universidad y ahí conocí a un chico buena onda, que poco después descubrí ni siquiera estaba inscrito y sólo estuvo de oyente unas semanas, el tiempo suficiente para compartir bandas. Por esos meses yo tenía un crush tremendo con Belle and Sebastian, era mi soundtrack del momento y fue justo eso lo que nos unió musicalmente, hablábamos de los proyectos que habíamos escuchado recientemente y nos pasábamos canciones, hasta que un día me grabó un disco con lo último que le había volado la cabeza. Llegando a mi casa lo primero que hice fue ponerlo para encontrarme con nada menos que la discografía de Of Montreal.

Me encantaron! Me hacían bailar, me ponían feliz. En el 2006 pude verlos por primera vez en el fallido Corona Music Fest, yo iba con toda la intención de divertirme desenfrenadamente, lo cual sucedió a pesar de la poca cantidad de gente que estaba en ese escenario y la falta de interés hacia la banda, yo la pasé increíble, pero lo más importante: me dejaron escuchar las primeras canciones del “Hissing Fauna, Are You the Destroyer?” sin duda uno de sus mejores discos.

Agradezco infinitamente cuando una canción me acerca a otro tipo de expresión artística, cómo fue la literatura de Bataille, la cual no me gustó en lo absoluto, pero siempre es bueno conocer algo nuevo. De cualquier forma el discurso de “The Past is a Grotesque Animal” hizo que se convirtiera en una de mis canciones favoritas. Aparte de melodías sumamente lindas y bailables ahora también tenían letras intensas e interesantes, sin duda habían ganado mi corazón.

En el 2010, me vi en un verdadero dilema ya que tocaron el mismo día del aniversario de una banda a la que le tengo mucho cariño, así que opte por ir a ese evento para festejar con mis amigos.

Como ya he dicho en otras ocasiones: tengo mucha suerte con las segundas oportunidades, y la mía con Of Montreal había llegado, al ver el cartel del Vive Latino de este año no dude en comprar mi boleto para el jueves, pero entonces salieron los horarios… ¿Qué? ¿Tocarían sólo media hora? Ni soñar con que interpreten esa canción de 12 minutos!! ¿Qué podía hacer? Pues ir a verlos a Guadalajara….

Todo el camino hacia el Teatro Estudio Cabaret fue una pesadilla, para empezar nadie me dijo que tendría que tomar la versión tapatía del metro en hora pico, andar por caminos oscuros y solitarios, y cruzar puentes peatonales que parecían sacados de una película de terror, pero bueno... Ya estaba ahí y no fue nada que un buen trago de cerveza (bastante oportuno para el calor endemoniado que hacia) no pudiera arreglar.

El ticket decía que iniciaba a las 9 y abrirían puertas a las 7, así que llegue a las 8, en la entrada había un par de revendedores abaratando por completo los boletos con un video en mano de alguna de sus canciones. Aún no dejaban entrar al recinto, pero podías esperar en una especie de bar que está afuera, me sorprendí al darme cuenta de que sólo éramos 20 personas, me preocupó que el lugar fuera a estar vacío, pero llegaron poco a poco hasta conseguir que casi se llenara.

Quiero felicitar al público de Guadalajara, sin duda los mejores espectadores mexicanos que he visto en toda la vida! Respetaban las reglas de convivencia, aprovechaban el bar para convivir antes del show y una vez adentro se dedicaban a apreciarlo, no platicaban todo el tiempo, cuidaban el espacio vital de los demás, y era muy raro ver una que otra cámara arriba, hasta me daba pena sacar el celular. Respetaron a la banda de una manera que hace mucho no veía.

Me arrepentí muchísimo de olvidar mis tapones porque el sonido era bueno sin embargo al estar tan encerrado rebotaba un poco, haciendo poco nítidas las voces.

Desde que salieron al escenario fue como un viaje al pasado, propiciado por la música, el lugar y sobre todo sus atuendos. Fue una presentación peculiar, quizá porque nunca había estado en ese venue, me era ajeno y parecía un tanto "rústico", si es que existe una palabra para describir a lo que me refiero, era como estar en uno de sus primeros conciertos, como sí recién estuvieran haciendo pruebas con la producción, tenían dos grandes pantallas a los lados, enmarcando un escenario bastante pobre, con visuales psicodélicos muy pertinentes para su música pero fuera de lugar para el tamaño del teatro.

Sumado a eso estaba la notable incomodidad de Rebecca con los silencios entré canciones, de repente parecía que no sabían qué hacer, se comunicaban entre ellos, se reían y lucían como novatos, incluso hubo un error muy evidente en la batería de Clayton del que todos se rieron, era una sensación extraña pero interesante.

Mi momento predilecto fue “St. Exquisite’s Confessions”, no porque Kevin se quitará la ropa y su cuerpo resultará simplemente hipnótico, ejem... No.... Fue más bien porque ese final lleno de psicodelia dio paso a lo mejor de su set: “Gronlandic Edit”, “The Party’s Crashing Us” y “Heimdalsgate Like a Promethean Curse”, donde la gente se emocionó y aquello se convirtió en una enorme fiesta en la que  bailamos sin parar.

Salieron del escenario para volver con lo que tanto estaba esperando: una frenética versión, unos dos tiempos más rápida, de "The Past is a Grotesque Animal", fue embrutecedor! Temía que mi cuello se rompiera ante la agitación de mis huesos, la locura que me produce Savages en vivo había quedado atrás, sentía que esta vez terminaría herida, y fue una sensación que se prolongó por unos 4 minutos de distorsiones dirigidas por un riff interminable que simplemente me enloqueció, fue un final perfecto.

Algo más para felicitar a los tapatíos: pusieron el disco de Bosnian Rainbows al terminar el concierto, por lo que me quedé a escuchar y pude ver cuando los Of Montreal salieron a saludar, cosa no tan común en el DF.

Aquí una prueba de su épica conclusión:


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