jueves, 23 de mayo de 2013

Sonidos de la Infancia

La semana pasada fui a ver Cats, prefiero no hablar mucho de la falta de agilidad de varios de los bailarines, las pésimas traducciones, el poco espacio del escenario, la horrible elección de uno que otro "actor" sólo porque es "famoso", y la inherente baja calidad de las adaptaciones mexicanas. De por sí tengo claro que no es la mejor obra del mundo, el discurso no tiene mucho sentido y si! hablamos de un musical de gatos, por más idiota que esto parezca.
 
Lo que quiero decir va mucho más allá de todo eso, quiero hablar de esas melodías que se instalan en tu cerebro para no salir nunca de ahí.
 
Cats es por mucho mi obra favorita, hasta hace poco no entendía por qué, y lo es desde antes de que mi afición por los gatos se instaurará en mi personalidad.

Recordaba haberla visto de pequeña, tenía imágenes claras de cómo había sido, del momento en que Deuteronomy paso a mi lado con su ropaje desgarrado, de la voz de Susana Zabaleta (que desde entonces se gano mi corazón como cantante), de los bailes, de ese callejón abandonado....Cabe mencionar que no soy de las personas que recuerdan todo, al contrario, suelo olvidar muy fácil y de la infancia son contadas las memorias que aún me quedan, pero ese momento es una de ellas.
 
Cual fue mi sorpresa al leer en el programa que decía "montada por primera vez en 1991" lo que quiere decir que la vi cuando tenía 4 años! No lo podía creer! para mí es como si hubiera sido ayer, en el 2005 la volví a ver, ahora con la producción de Brodway y la sensación fue exactamente la misma....
 
Aunque no le encontraba trascendencia a su discurso y tampoco era la cosa más impactante de la vida, desde el momento en que entre al teatro sentí un nudo en la garganta que después de las primeras notas se convirtió en un llanto que me acompaño la mayor parte de las funciones, no importaba lo que la letra dijera, no importaba darme cuenta de lo malo de la traducción (en este caso) lo único que importaba era la música, la cual tenía tan presente como sí la escuchara todos los días y me llenaba de emociones inexplicables conectadas con mi niñez. Cuando esa música se mezcla con los disfraces y movimientos la sensación se vuelve cada vez más fuerte y especial.
 
Confirmo que la música me ha acompañado siempre y es parte de mi historia en formas hasta inconscientes y eso me encanta, tanto como me encanta el soundtrack de la obra.
 
Definitivamente es una de esas cosas que quisiera compartir con mis hijos. Estaba fascinada viendo la sorpresa con la que los pequeños observaban; como salían cantando del teatro, aunque nunca antes habían escuchado las canciones, la niña que estaba a mi lado parecía verbalizar todos mis pensamientos, era algo bien bonito.
 
Creo que es de esas cosas que tienes que vivir cuando eres pequeño, pero también supongo que todos tenemos un momento musical que marco nuestra vida, este es uno de los míos.

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